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Una derrota más positiva que muchas victorias

Una derrota más positiva que muchas victorias

Sin Deulofeu, sin Rafinha, sin Luis Alberto, sin Sergi Roberto…El Barça B de Eusebio empezó el pasado sábado una temporada que se prevé muy dura. Y lo hizo perdiendo en el diminuto estadio del Mirandés. Fue un estreno con derrota pero positivo. Tras la jornada 1 resulta un sinsentido sacar conclusiones, pero sí podemos señalar el porqué, aunque perdiese, el estreno del filial deja buen sabor de boca.

Los problemas del equipo de Eusebio en temporadas pasadas no fueron pocos. Tanto de índole colectiva como individual. Gran parte de ellos nacían de la falta total de mecanismos colectivos. Reconocíamos en el Barça B un equipo porque vestían la misma camiseta, pero bien podría dar la impresión de un combinado reunido para una ocasión especial. Sin apenas automatismos, el juego sostenía muy pocas cosas. Consecuencia de esto es uno de los principales males que arrastra el filial durante la etapa de Eusebio: la pésima calidad de la pérdida del balón. Sin apenas sostén colectivo, al jugador le toca hacer la guerra por su cuenta, tirar de calidad, que en el filial hay mucha (no hay que olvidar que son proyectos de jugador para el primer equipo), ya sea para desequilibrar, poner el pase en profundidad, buscar la pared… Si en estas se pierde el balón, cualquier tipo de organización que permita recuperar o tener el control de la transición defensiva era una quimera. La cámara retrata a centrocampistas y zagueros (que también tuvieron lo suyo) pero el origen de todo estaba más arriba, en la imposibilidad de llevar el balón cerca del área, asentar la posesión en la frontal y a partir de ahí dominar con balón o controlar sin él.

El sábado el Barça B lo consiguió. Cierto que la adelantada defensa  y el sui géneris mecanismo de presión de la media del Mirandés ayudaron, pero el mérito hay que encontrarlo del lado azulgrana.

El equipo de Eusebio encontró la forma de llegar fácil y numerosas ocasiones arriba. Fue profundo y sin necedidad de exponerse en cada acción para lograrlo. Cuatro hombres fueron clave para explicarlo: los dos interiores Espinosa y Edu Bedia, Dongou y Dani Nieto. Los dos primeros, de un perfil similar, jugaron en una posición adelantada, casi como mediapuntas ambos, si bien Espinosa se acercaba más frecuentemente a la base para echar una mano a Illie. Tanto Espinosa como Bedia son futbolistas de desborde, de slalom, que sortean rivales sin mucha dificultad, lo que les permite superar la línea y la presión rival con relativa facilidad. Mediante sus dos interior, el Barça B conseguía superar y girar a la medular del Mirandés de manera constante. Aumentan los espacios, las líneas de pase, se produce el desajuste y se ensucia una futura transición ofensiva del rival.

Arriba, como nueve, Dongou fue importante fijando centrales y dando profundidad a los ataques del Barça. Sus desmarques, más cortos o más largos, fueron otra vía para girar al contrario. Y por último Dani Nieto, la otra incorporación en el once, un jugador perfecto para la categoría. Futbolista de equipo humilde, listo, de truco y engaño. No sólo aportó la profundidad desde el desmarque, sino qué además, acostado en cualquiera de los dos perfiles, aguantó balón, juntó rivales y permitió organizarse en campo contrario a su equipo.

Cuatro nombres. Cuatro notas positivas. Cuatro jugadores a partir de los cuales explicar porqué, en una jornada que terminó con derrota, hubo más motivos para la esperanza que en muchas victorias de temporadas anteriores.

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