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Entre el Barça de Martino y el de Luis Enrique

Entre el Barça de Martino y el de Luis Enrique

Luis_SuarezCuando un club paga más de ochenta millones por un futbolista, lo hace, a parte de porque es muy bueno, porque espera que con su aportación incida en el equipo más allá de su delimitada parcela. Que sea más que una pieza y, junto a otros de este estilo, re-defina sinergías colectivas. Luis Suárez todavía no ha debutado de azulgrana, y el plan de Luis Enrique, que forzosamente pasa también por él, sigue incompleto. Pero el sábado espera el Madrid, y en el Bernabéu, y no está claro que Lucho se lo pueda permitir. Tiene a Messi y a Neymar en un punto de forma especialmente inspirado, pero alguna pata coja en el equipo por la que el cuadro de Ancelotti puede hacerle caer. El técnico italiano aprendió el curso pasado que en los clásicos tener a Messi no significa sólo tener al mejor. Que el 10 puede ser más que once. El aprendizaje en la derrota le valió una Copa del Rey y quien sabe si también La Décima. Tras caer ante un Messi con espacios, Carlo asumió que contra el argentino es obligado hacer renuncios, apretó las líneas atrás y pegó fuerte delante.

Para este sábado, sin embargo, no tendrá a Xabi Alonso trabajando sobre la zona Messi, y en su lugar Toni Kroos está lejos de ofrecer sus prestaciones defensivas al menos por ahora. Si el técnico madridista no sorprende con una suerte de trivote en que Illarramendi forme entre el alemán y Luka Modric de confirmarse la baja de Bale, lo más probable es que utilice a sus centrales para anticipar sobre la posición de Leo. Tiene a tres de los más preparados para conseguirlo, y a ellos podría sumarse James dependiendo de donde se ubique finalmente el colombiano. Ni Pedro, ni Munir, ni Sandro, ni ninguna de las alternativas que ha podido manejar Luis Enrique ahí hasta ahora, parece que vayan a distraerles mucho de su cometido. En principio, da la impresión que no deberían ser ni origen de demasiadas cosas ni unos comensales muy golosos para el banquete que pueda preparar Messi. Y es normal, el equipo está pensado para que en esa posición juegue uno de los mejores delanteros del mundo: Luis Suárez. Viene sin ritmo de partidos aunque con más entrenamientos que nadie, y totalmente ajeno a la dinámica de juego del equipo, pero ante el Real Madrid, su sola individualidad resuelve varios enigmas. De entrada, el que acabamos de plantear, y es que con el uruguayo merodeando zona de remate, a la zaga blanca le va a costar más abrir espacios a su espalda para reducírselos a Leo Messi. E incluso haciéndolo, las posibilidades de aprovechar un planteamiento rival volcado sobre  la posición de La Pulga en tres cuartos, son mayores si los estiletes culés son de la dimensión de Luis Suárez y Neymar. Al fin y al cabo, la gran puesta de largo de Messi como falso nueve fue con Henry y Eto’o en las diagonales.

Sería el Barça de Luis Enrique. Un Barça al que le queda por despejar la ecuación de la transición defensiva, y es que por mucho que las estadísticas se empeñen en contradecirlo, este Barça todavía está lejos de ser seguro atrás, algo que va más allá del nivel o rendimiento que puedan ofrecer sus zagueros puntualmente. Quizá por eso, y porque no deja de ser osado jugársela en el Bernabéu con un futbolista que todavía no suma ni un minuto oficial con su equipo, cabe la posibilidad de que Luis Enrique desempolve la versión más competitiva del Barça del Tata Martino. La del Barça de los centrocampistas, que juntaba en la alineación a sus tres interiores principales para equilibrar la medular azulgrana. Xavi, Iniesta y Cesc, cada uno aportaba lo suyo y cada uno era tan necesario como incompleto. El orden del de Terrassa, el desequilibrio de Andrés y la presencia y capacidad defensiva del hoy comandante blue, se compensaban para construir un todo más o menos sólido. Con sólo dos, al puzzle le faltaban piezas, y dependiendo de la elección cojeaba de un lado o del otro. A este Barça, a la espera de que con Suárez reúna ya a todas las herramientas para desarrollarse, podría pasarle algo similar con Rakitic donde Fábregas. El croata se antoja importante porque suma trabajo, y su pie, en saque de esquina, puede ser una novedad a introducir en el guión de los clásicos teniendo en cuenta los problemas del Madrid de Casillas en este tipo de situaciones. Xavi es el guía, el que ordena, el que todavía organiza al resto a la espera de que venga otro a hacerlo, e Iniesta, habitualmente grande en los clásicos, es el arma de Luis Enrique bien para multiplicar atenciones, bien para esconderle el balón a un Madrid con muy poco robo.

De triunfar esta segunda opción, quedaría por ver cómo se reparten finalmente las posiciones. Xavi, hoy por hoy, es un agujero a su espalda, y si en la banda de Cristiano Ronaldo, Marcelo y James/Isco es difícil de sostener, tampoco parece que la izquierda le ofrezca demasiado colchón a no ser que medie algún cambio de piezas del que hablaremos mañana. Si el reparto de perfiles entre el de Terrassa y Rakitic no está claro, tampoco parece estarlo el de Iniesta con Neymar. A priori ambos prefieren el lado izquierdo, pero tanto el manchego como el brasileño han rendido, y muy bien, cuando se les ha alineado en el derecho. Sea como fuera, en principio ese centrocampista culé de más tendría que permitir a Messi un juego más próximo al área que movilize tanto a Pepe como a Sergio Ramos. Neymar, por su parte, ya sea en la izquierda donde Carvajal previsiblemente cierra peor, o en la derecha aprovecándose de la atención que reclama Leo, debería ser el movimiento punzante que separe líneas. Argentino y brasileño, hace unos meses, ya lograron entre los dos fabricar hasta cuatro tantos en el mismo escenario.

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