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Avalancha y protección

Avalancha y protección

Barca_B_MiniestadiComo quien ahora disfruta de lo que tanto echó de menos, el Barça B encadenó en el Miniestadi su cuarta victoria consecutiva a partir de aspectos que hasta este 2016 al equipo le faltaban. Así, tal y como sucediera hace 15 días ante el Espanyol B también en casa, el inicio del filial blaugrana jugó la carta de la intimidación en ataque para encauzar los primeros instantes de partido hacia un guión que le fuera favorable. Tanto Dani Romera -izquierda- como Alberto Perea -derecha- empezaban la jugada en posición de extremo, pero a medida que el ataque ganaba altura y se asomaba a las inmediaciones del área, ambos se trasladaban para cargar junto a Salva Chamorro una zona de remate otrora peso pluma. Dejando sendos carriles para las internadas de Moi y Palencia, la sobrecarga del área por parte de los delanteros del filial arrugó a la zaga del Olot y la metió atrás, algo que también se buscó provocar en el mediocampo visitante con las constantes llegadas desde segunda línea de Xemi y el finalmente goleador Kaptoum. Por detrás y «cerrando» el campo, un Samper de vuelta al mediocentro y que mantuvo con respecto a Fali ese papel de limpiaparabrisas con balón sirviéndolo a lado y lado del ataque.

La suplencia del nuevo fichaje, tan importante en el cambio de dinámica experimentado por el Barça B, es posible que tenga su lectura en una suerte de prueba de confianza que el equipo superó y de la que sale reforzado. En cuanto a la exposición defensiva de Samper, el joven mediocentro contó con el refuerzo de la profundidad que halló el equipo en la ofensiva, procurándose para la transición un contexto ventajoso a sus futbolistas menos dotados para ella. Todo hasta el gol pareció dirigido a redundar en esta voluntad de aplastamiento, desde el papel de delanteros, laterales y centrocampistas hasta la presencia de Gumbau en la zaga, seguramente más interesante dando salida o defendiendo el juego directo que cerrando el área. Pero también así sobrevive el reseteado equipo de Gerard López tras acudir al mercado. Y es que su juego todavía es un vaivén de distintas fases en las que a las ofensivas arriba descritas se suceden también largos tramos de contención en campo propio con la iniciativa del juego en las botas de su oponente. Esperando una contra que sentencie la disputa o, simplemente, manteniendo a salvo su botín, el Barça B en este tipo de situaciones luce mucho más competitivo que hace unas semanas, por mucho que tampoco entonces las cifras dibujaran un equipo excesivamente vulnerable atrás.

Si con el juego volcado sobre la mitad rival los laterales culés corrían la banda y los teóricos extremos se trasladaban al centro, a la hora de defender los papeles se invirtieron. Moi y Palencia cerraron su posición para resguardar a la pareja de centrales, al tiempo que tanto Perea como Romera realizaron un encomiable esfuerzo en el retorno defensivo que por momentos los colocó por detrás, incluso, de los centrocampistas de su equipo. La acumulación de efectivos por detrás de la línea de balón posibilitó que también sin el esférico y sin las ventajas generadas a partir del juego de ataque Sergi Samper no estuviese excesivamente desprotegido. Ni hasta que llegaron los cambios, pues los físicos interiores que presentaba el once del B pudieron apoyar dentro delegando la cal al compañero del extremo, ni cuando desde el banquillo Gerard aseguró primero con Fali y casi al final con Juan Antonio Ros para terminar el encuentro con tres mediocentros en el equipo, Gumbau que puede serlo y Xemi como centrocampista extra.

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