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Messi caminando

Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi walks during the Spanish league football match Athletic Club Bilbao vs FC Barcelona at the San Mames stadium in Bilbao on August 23, 2015.? AFP PHOTO / ANDER GILLENEA (Photo credit should read ANDER GILLENEA/AFP/Getty Images)

Messi caminando

Caminar es la forma más libre de moverse. La que más cosas permite. No depende ni de terceros ni de tecnología, y a diferencia del correr, posee una estabilidad en el movimiento que hace más fácil la convivencia con equilibrios más o menos forzados. Cuanto más nos aceleramos, menos margen tenemos para agitar nuestro cuerpo sin riesgo de que un brusco contoneo nos desvíe del camino o, directamente, nos haga aterrizar sobre el suelo. Moverse a paso lento, pues, es un punto de apoyo, una base segura. Un tiempo de cadencia regular y gesto automático que se ejecuta sin pensar, y en el que, por lo tanto, muchos han visto una oportunidad con un enorme potencial para liberar la mente, para emanciparla desde la despreocupación del desplazamiento. Así lo recoge Frédéric Gros en su ensayo «Andar. Una filosofía«. Desde Nietzsche, que decía escribir con los pies porque «aquel que compone andando está libre de ataduras«, a Kant, pasando por Rimbaud («soy un peatón, nada más«), Rousseau («Nunca pensé tanto, ni existí tanto, ni viví tanto ni fui tanto yo mismo, si es que puedo hablar así, como en los viajes que hice solo y a pie«) o Thoreau, para quien caminar no significaba «encontrarse a uno mismo, sino darse siempre la posibilidad de reinventarse«. El pie en calidad de testimonio, y un elogio al paseo como refugio para desplazarse tanto física como intelectualmente. Para alejarse, separarse y ver y verse de otra forma. Caminar como método.¹

La historia del fútbol y de quienes lo practican, lo han practicado o lo practicarán, cambió el día en que Leo Messi se puso a caminar sobre el terreno de juego. Corría 2008 y el argentino, nuevo estandarte culé tras la claudicación y posterior abandono de Ronaldinho, era el mejor regateador del planeta. A la carrera, su ritmo de zancada era superior al del resto, lo que le daba la oportunidad de fintar y cambiar de dirección su slalom sin que su par tuviera opción de reaccionar al mismo son. «Donde cualquier defensor da un paso, él da dos. Eso quiere decir que en medio puede ir a la derecha o a la izquierda» destacaba Johan Cruyff hablando del argentino con Jorge Valdano, quien a su vez, en la réplica, asentía: «Cada paso que da es una oportunidad para cambiar la dirección o cambiarle el sentido a la jugada«. Nunca encaró a su defensor estando éste en igualdad, Leo siempre estuvo por delante. Al mejor regateador de siempre, no se le ha visto hacer una bicicleta, porque no lo ha necesitado. Aquel era un Messi cercano, relacionado con su entorno más próximo. Con los rivales que a pocos metros eran susceptibles de quedar atrás desde el desborde, primero, y con los compañeros en los que apoyarse con un pase corto, después. Aquel gol al Getafe en la Copa del Rey, por un lado, y su primer año a las órdenes de Pep Guardiola, por el otro. El primer salto de Leo.²

Pero el más grande, el definitivo, el que cambió el debate y las referencias en torno a él, aconteció cuando el diez empezó a caminar. Cuando primero en la adecuada demarcación de falso nueve y desde entonces en cualquier zona del campo, Messi desaceleró y pudo mirar más lejos. Más allá. Cuando se tomó el tiempo para verse de otra forma, para descubrir el mundo a su alrededor y su lugar en él. A los rivales, a su equipo, al juego y al impacto que podía tener sobre los partidos. «Fíjate en Messi, parece que está paseando… percibe que está solo, o cuando ve que lo vigilan, pica al espacio y se aleja… se pasa el partido caminando, radiografiando la situación en cada instante«. Un Messi plenamente consciente de sus efectos, de lo que implica su dimensión en un encuentro de fútbol, y cualquier gesto suyo sobre la atmósfera que pesa sobre él. Un Messi que se dio cuenta de que un tiro al palo podía ser un cinco a cero. Un Messi que de regateador imparable se transformó en pasador infinito. En el lanzador capaz de dar forma con sus envíos a todo un campeón de un triplete. De tener efectos de delantero sea cual sea la zona del campo en la que le llegue la pelota. «Es el jugador que menos corre de la Liga española, pero cuando le llega el balón, tiene la radiografía completa del espacio-tiempo. Sabe dónde está todo el mundo… y pam!«. ³

 

¹ Citas extraídas de: Gros, Frédéric. (2014). Andar. Una filosofía (3ª ed.). Madrid: Editorial Taurus.

² Citas extraídas de: De la Iglesia, Álex (dir.), (2015). Messi. España: Mediapro.

³ Citas de Pep Guardiola extraídas de: Perarnau, Martí. (2016). Pep Guardiola. La metamorfosis (1ª ed.). Barcelona: Editorial Corner.

 

– Foto: Ander Gillenea/AFP/Getty Images

 

Comments:1
  • Luis Glez. 31 octubre, 2016

    ¡Qué maravilloso artículo Albert! ¡Y cuánta razón! En aquellos años Messi parecía el jugador más rápido del mundo, al menos con el balón en los pies; los rivales se colocaban con ayudas desde el extremo derecho, lateral, interior, pivote, a ver si el tercero podría robarle el balón. Luego ya con Guardiola la historia fue cambiado según Messi iba cambiado su juego; y todavía lo que no espera; esto todavía no acaba aquí.

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