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Piqué en la mente de Solskjaer

MANCHESTER, ENGLAND - APRIL 10: Gerard Pique of Barcelona tackles Marcus Rashford of Manchester United during the UEFA Champions League Quarter Final first leg match between Manchester United and FC Barcelona at Old Trafford on April 10, 2019 in Manchester, England. (Photo by Stu Forster/Getty Images)

Piqué en la mente de Solskjaer

Como entrenador del Manchester United, Ole Gunnar Solskjaer tiene una ventaja. La misma que antes disfrutaron Pep Guardiola en el Barça, Zidane en el Real Madrid o Simeone en el Atlético. Todos ellos son técnicos que, previamente como futbolistas, o bien contribuyeron decisivamente a definir la personalidad de su equipo, o bien fueron ellos quienes construyeron la suya propia en el conjunto que ahora dirigen. Saben mejor que nadie qué necesita en cada momento su equipo y su club porque, en realidad, piensan y sienten igual que ellos. El nuevo director de la orquesta red devil creció durante más de una década al abrigo del libro de instrucciones de Sir Alex Ferguson, aquel que del United se extendió a la Premier League entera, como un contagio que gravó los cimientos de un fútbol particular del que, como su creador, el escocés se conocía todos los trucos. Sabía incluso -o así lo aprendió-, que fuera de las islas su manual debía ser matizado, adaptado a un curso del tiempo que, en el continente, transcurría según una cadencia distinta. El Manchester United de Ferguson fue grande en Europa vistiendo un atuendo diferente al que lucía día a día en Inglaterra. Los fines de semana corría por sus venas el espíritu del Boxing Day, pero entre semana era capaz de adoptar un semblante mucho más cerrado, táctico y condicionado. Siguiendo la estela de su mentor, la reciente experiencia de Solskjaer en Old Trafford está viniendo marcada por la combinación de dos ingenios. Por un lado el de un reconocimiento propio que pasa por la identificación futbolística del grupo y por el acercamiento a las principales características de sus futbolistas más importantes, y por el otro lado el de una enorme capacidad de añadir matices, cuando no cambio profundos, con tal de acomodar su planteamiento a las singularidades de su adversario. En poco más de tres meses sentado en el banquillo del United, no son pocos los colores que ha sacado a relucir la paleta del noruego.

El primero de los dos partidos contra el FC Barcelona en los que se jugará el pase a semifinales tampoco fue una excepción, proponiendo, en este caso, una línea defensiva de cinco hombres que empieza a hacerse norma ante los culés. Sólo durante el mes de marzo y en lo poco que llevamos de abril, Rayo Vallecano, Betis, Espanyol, Villarreal y Manchester United han dispuesto, contra el Barça, una última línea formada con un efectivo extra. Solución para sumar un central, tanto para la disputa en el área como para la anticipación en la frontal, y, sobre todo, antídoto con el que privar a Jordi Alba de un carril libre desde el que conectar con Leo Messi a través de la diagonal y la dejada, Solskjaer optó por alinear al lateral diestro Dalot en la izquierda de manera que, con los costados ocupados por dos carrileros, las carreras hacia dentro de los tres atacantes azulgranas siempre encontraran una equivalencia numérica en los centrales ingleses. De entrada, pues, tomaron precauciones los locales a la espera de un Barça de arranques imponentes y cuya mejor versión, esta temporada, aparece justamente en las fechas más señaladas. Acertó Solskjaer en su diagnóstico, pues los primeros compases del partido vieron a los visitantes imponer un dominio casi absoluto sobre el césped de Old Trafford. Cargando el juego en el perfil izquierdo, con los tres medios por detrás del balón a modo de correa de seguridad, Messi entre líneas más próximo al carril zurdo que de costumbre estableciendo el punto de control en la zona de Arthur, Coutinho y Alba, y tanto Philippe como Luis Suárez labrándose ventajas en la parte delantera. Contaba el United con varias teclas para la corrección, como el tercer central arriba mencionado que le permitía persecuciones más largas y coberturas más próximas, y también una alineación centrada de Fred, entre Pogba y McTominay, que dotó de mucho dinamismo lateral la zona del mediocentro local. Sin embargo, el suplemento de corrección no evitó el desorden, de manera que el tramo inicial del partido dejó a los de Solskjaer sin más salida estructurada que el balón directo hacia los puntas.

Messi United

– El mapa de calor de Messi durante el primer tiempo (vía as.com) y su mayor presencia en la banda izquierda del Barça. –

Por eso, tras el gol de Luis Suárez, el United se vio obligado a modificar su propuesta, toda vez el nuevo marco del encuentro le exigía una capacidad ofensiva que hasta entonces no había tenido. Puesto que ni la elección del once ni la disposición de las piezas le permitía aspirar, sobre el papel, a un ataque organizado demasiado rico (sobre el campo no tenía a Ander Herrera, a Lingard ni a un extremo izquierdo que le generara espacios a Pogba), la receta que buscaron los locales pasó por la presión, en tanto que capacidad física cerca de los primeros pases del Barça no le faltaba. Paul Pogba, en esta fase del juego, pasó a lucir como un tercer delantero apretando la salida culé junto a Rashford y Lukaku, Fred dejó de ejercer como centrocampista libre y se emparejó con el interior que no vigilaba McTominay, y tanto Dalot como Young subieron hasta encontrar a los laterales del Barça dejando detrás suyo un tres para tres entre los centrales rojos y los delanteros barcelonistas. Se apoyó la idea del noruego en la dificultad blaugrana para amenazar con sus delanteros a tanta distancia del área, y en la posición redundante de Jordi Alba y Lenglet que a menudo posibilitó que su rival controlara a ambos futbolistas con un único efectivo (Imagen inferior a la derecha). Los frutos, sin embargo, los recogió a través de los errores del Barça en el pase y de la posición hundida de Busquets entre centrales. Aunque permite ensanchar el primer escalón y añadir un  tercer jugador a la línea, si cuando la pelota llega a los interiores no mantiene la misma seguridad, la recuperación rival se produce con la zona del mediocentro desnuda y una excesiva distancia entre los dos centrales para la respuesta sin balón. De todos modos, esta segunda fase del encuentro se vinculó más con la incomodidad azulgrana en el avance que con el despliegue ofensivo del United. Por norma, la presión capitaneada por Paul Pogba terminaba traduciéndose en una apertura hacia el costado y en un centro al área bien defendido por el Barça. Ter Stegen, Lenglet, Semedo, Jordi Alba y, por encima de todos ellos, un Gerard Piqué abrumador, fueron la base para que aquellos minutos en los que el partido vivió más cerca del área barcelonista se saldaran sin peligro en ninguna de las dos porterías.

UnitedCiertamente, tras en la reanudación el Manchester United activó determinadas palancas con tal de inyectarle veneno a su juego de ataque, preparando el segundo tiempo para aquel Fergie Time que tan bien conoce su técnico. Adelantando la posición de Shaw, abriendo la de McTominay e incidiendo en la caída a bandas de los puntas, los locales reinterpretaron ambos carriles, extrayendo a rivales del centro y posibilitando un mayor peso de Fred en la base y de Pogba en la corona. Lo que a lo largo del primer tiempo sólo fueron centros al área, amenazaba con añadirle complejidad a la defensa del área del Barça. Sucede, pero, que Solskjaer debió contar con que también Gerard Piqué creció entre los aullidos de Old Trafford, y que convive, no sólo con naturalidad sino incluso con éxtasis, en los escenarios que anticipan. En cada balón colgado, en cada pase profundo, en cada balón dividido… Gerard recibió el mismo aliento que debía recaer sólo en los diablos rojos. No es lo mismo pisar su infierno por primera vez, que haber madurado en sus entrañas durante años.

Además de la respuesta del central catalán, resultó decisiva la intervención de Valverde para negarle al United el final de partido que deseaba. El Txingurri cambió el curso de la segunda mitad con una doble sustitución que multiplicó sus efectos más allá del cambio de nombres. Primeramente, el movimiento del técnico modificó el 1-4-3-3 inicial del Barça pasando a un 1-4-4-2 que incorporó a Sergi Roberto y Arturo Vidal a la defensa exterior por delante de los laterales. No quería el entrenador azulgrana que las maniobras de su adversario siguieran llevando a sus hombres desde el carril central a la banda, de modo que incorporó en los costados un segundo futbolista de apoyo. Además, debido a que tras la ordenación Rakitic quedó ubicado en el centro, al lado de Busquets, el Barça reforzó a su mediocentro tanto a la hora de tapar la frontal como de dividirse la gestión de la base de la jugada. También en ataque resultó positivo el doble cambio, gracias al desarrollo posicional diferenciado de los dos hombres de refresco. Así, mientras en la derecha Roberto desarrollaba la transición ofensiva igualmente cerca de la cal, planteándole a Dalot un dos contra uno junto a Semedo que dotó de profundidad y amenaza al juego culé por el carril, en la izquierda Vidal tendió a interiorizar su juego por delante de la pareja Rakitic-Busquets, incorporando un escalonamiento a la medular con el que cortar la presión del United en vertical. El cuadro de Solskjaer despidió el partido lejos de la portería de Ter Stegen. En realidad, tan lejos como Gerard Piqué lo había mantenido todo el tiempo, pero ahora con más metros entre sus delanteros y el alemán.

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– Foto: Stu Forster/Getty Images

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